Clásicos de VAR o de bar.

Veamos, nunca mejor dicho ya que hablaremos por enésima vez del VAR. Partimos de la base de que si el famoso penalti o no de Lenglet a Ramos se hubiera producido en un Elche-Eibar, por poner un ejemplo, nadie estaría masacrando al árbitro y no se hubiera hablado de la jugada ni media hora después del partido.

Dicho esto, repasemos el propio reglamento del vídeo arbitraje que cada cual interpreta a su manera y según le viene en gana. Técnicos, jugadores e incluso el colegiado no piden la intervención del auxiliar en cabina. Al contrario, es este quien solicita la revisión de una acción desde la pantalla a pié de campo si ha detectado un «error manifiesto» en la decisión arbitral. Según hemos podido comprobar el agarrón de un defensor a un atacante en el área es una equivocación manifiesta en el Barça-Real Madrid, pero no lo fue en el Betis-Levante ni en otros encuentros donde se ha dado idéntica falta. De la desigualdad de criterio se quejan con frecuencia futbolistas y entrenadores con toda la razón, ya no en este tipo de dilemas, sino en la exhibición de tarjetas, protestas, etc.

Vamos un poco más lejos. Quien manda es el árbitro de campo que, por otra parte, raras veces rectifica si ya ha tomado una decisión sobre el terreno. Incluso puede rechazar la sugerencia de su colega del VAR y no revisar nada si está seguro de lo que ha hecho. Sin embargo, todos nos tememos y seguramente sabemos que esto no funciona así en realidad y aunque el Comité recalca que el VAR no rearbitra, esta es otra de las grandes mentiras del fútbol español, donde hay muchas. Claro que tampoco hay que entrar en polémicas voces ajenas o conversaciones internas dentro del trio arbitral que, no se sabe por qué medio, llegan a los medios de comunicación. No es bueno fiarse de los peces de colores ni de los estudios de grabación y montaje. Con ello no sugiero manipulación alguna, solo me remito al párrafo inicial: en un Eibar-Elche, milagrosamente, nunca hay micrófonos espía.

Y, por enésima oportunidad, me permito reclamar la creación de un cuerpo especial de árbitros de VAR formados en el reglamento que no tengan la menor relación con los de campo. Una reivindicación inútil, ya lo sé. Como otras tantas.