Con su pan se lo coman

Podría ser una cuestión de principios, si, también, pero es que me niego a entrar en un campo de fútbol donde en vez de ejercer mi derecho a informar me hagan el favor de poder ejercer mi trabajo. No me considero más ni mejor que nadie, pero no voy a un partido sin público para el que previamente debo acreditar mi estado de salud, me tienen que tomar la temperatura, debo usar mascarilla y guantes y me constriñen a sentarme en un pupitre que me obligan a abandonar antes de que transcurran 10 minutos desde que el árbitro pite el final para ganar la calle sin acceso a la rueda de prensa telemática que protagonizarán los técnicos, jugadores y directivos que no elija yo, sino que ellos quieran.

No paso porque no sea mi director o yo mismo en calidad de autónomo, quien decida si soy admitido o no. Me borro antes de empezar sin preguntar con qué criterios de decidirán quiénes tienen acceso o no. Tomemos como ejemplo el Mallorca-Barça: seis redactores, ¿tres de allí y tres de aquí o cómo va a ser eso?, ¿en función del número de solicitantes, de la clasificación de cada equipo o los habitantes de sus respectivas ciudades?.

En cierta ocasión el bueno de Amador Cortés, aquel jugador que llegó a Palma procedente del Atlético de Madrid, que intermitente estuvo más cerca o lejos del club una vez retirado y que triunfó con el restaurante la Casa Gallega hasta que sus fuerzas se lo permitieron, quiso someter a prueba mis conocimientos futbolísticos y me pregunto: ¿qué es lo primero que miras cuando el árbitro señala el comienzo del juego?. Mi cronómetro, le respondí, para ponerlo en hora. Traduzco: que se monten este circo sin espectadores, ni leones, ni magos pero si con muchos payasos y con su pan se lo coman. Yo haré lo mismo.