De villano a héroe

El fútbol es, además de un estado de ánimo como lo definió Jorge Valdano, una cruel dictadura, la del resultado, que afecta tanto a equipos como a jugadores. El ejemplo más actual, el de Raillo, deviene en paradigmático.
El central cordobés ha sido de los más odiados por los asíduos a Son Moix. Le recuerdo sentado en la última fila de la tribuna cubierta hace dos años aguantando los improperios de una parte del público que le insultaba a él y, creo recordar, a Juan Domínguez.
Fue uno de las víctimas de las purgas de Maheta Molango en el año del descenso a Segunda B. Oficiosa pero prácticamente apartado del equipo a lo largo de las últimas doce jornadas bajo la aparente dirección técnica de Sergi Barjuan. Y hasta un “periolisto” publicó que había salido de juerga tras una derrota en el campo del Numancia, hecho desmentido con testigos por el propio jugador, aunque su rectificación ocupó mucho menos espacio que la falsa denuncia.
Milagrosamente y cuando nadie daba un duro por su continuidad aun sin conocer las causas de su ausencia en las convocatorias, el desvarío económico del club aconsejó hacer las paces, cumplir su contrato y a las órdenes de Vicente Moreno se inicia su ascenso desde el infierno a los cielos. De repente pasa de villano, mal profesional y otras lindezas a pieza indispensable y ejemplo a seguir por sus compañeros. Evidentemente todo bajo la lupa irreal del mundillo balompédico.
Molango cierra el pasado mes de enero su posible traspaso al extranjero lo que, como profesional, incomoda al futbolista que, sin embargo, acepta resignado la decisión opuesta a sus intereses. Quienes le ciriticaban e incluso odiaban entonces ahora valoran su continuidad, su juego y su afán de servicio al colectivo y al club.
Sencillamente esto es fútbol señores, un día estás en un altar y al siguiente en una tumba. O al revés. Siempre según la dirección del viento. También es, seguramente, la pobre condición humana de un público tan ávido de circo como necesitado de ídolos.