Déjenle en paz

No sé a qué espera Javier Recio a fichar para su nuevo club, el no sé qué de Bolivar de Bolivia a los saldos que contrató en el Mallorca si tan buenos le parecían. Igual se los dejaban baratitos. Es más, debería viajar a Arizona para convencer a Robert Sarver y sus socios de lo interesante que sería invertir en su nuevo club. Sería una lección de coherencia.

Tras esta apelación personal a las actitudes congruentes, aprovecho para insistir en que se lleva fatal el asunto del joven Luka Romero. Tenía la esperanza de que, consumado su fugaz debut ante el Real Madrid en Valdebebas, la efervescencia remitiría en beneficio del chaval. Y no. Algunos se han pasado la pretemporada esperando que hiciera alguna genialidad para abonar nuevos titulares y hasta el presidente de la Federación Balear de Fútbol, inmerso en su papel de efímero inquilino del sillón de Rubiales en la Federación Española, vende su moto a quien se la compre al anunciar que él, gran visionario, ya le ha hablado para convencerle de que se alinee con la selección sub no sé cuántos española y no la argentina. ¿Pero por qué no le dejan en paz?. No dudo de que el chico tenga una cabeza perfectamente amueblada, igual que su padre, y no caiga en la trampa de la popularidad in vitro. Aun así, quien tenga más interés que el de salir en la foto o presumir de haber inventado el descubrimiento de otros, lo mejor que puede hacer es rebajar la tensión y quitar la presión. Como se dice en buen mallorquín: «deixem pixar el mul».

No se empeñen en fabricar nuevos Messis, que no Mesías. Será lo que tenga que ser, sin falsos amigos, profetas, mecenas ni, sobre todo, profetas de nada.