El círculo de los 3 mil millones

Hace mucho tiempo, demasiado, que advierto cuál es el cáncer del fútbol español: el Real Madrid y el Barça. Los actuales acontecimientos me dan la razón, pues son los clubs que más dinero reciben de la televisión y, en consecuencia, de la Liga de Fútbol Profesional y quienes presentan peores balances económicos al punto de rozar la ruina.

No, no se engañen. Ni uno ni otro desean su reconversión en sociedades anónimas porque no es lo mismo dar cuenta de su gestión ante asambleístas que tener que dar la cara frente a accionistas. Ni la responsabilidad civil y penal, tampoco es igual. Aunque la culpa no es solamente suya sino de aquellos que lo consienten, empezando por el Consejo Superior de Deportes y el resto de clubs que han tolerado competir en desventaja y en inferiores condiciones jurídicas y fiscales. Por no hablar de la patronal que preside Javier Tebas en la que nunca deberían tener cabida entidades que se declaran a si mismas “no profesionales” o, lo que es similar, “sin ánimo de lucro”.

Florentino Pérez se encomienda al proyecto de la Superliga europea, que la FIFA acaba de rechazar, como desesperada tabla de salvación a la que se aferrará quien gane las elecciones en el Barça con no menor angustia. Dicen que su participación significaría unos ingresos de 3.000 millones de euros a cada uno. Intentan hacer lo que han hecho siempre, huir hacia adelante a cualquier precio e ignorar que sobreviven gracias los 18 equipos restantes de primera división a los que abandonarían a su suerte en caso de que prosperara la idea. Nada nuevo. Llevan haciéndolo desde antes y después del Mundial 82.

3.000 millones para gastar a capricho en estrellas fugaces unas y errantes las otras pero, eso si, tan caras como demuestran las cuentas en vigor. Ingresos galácticos para humillar a estos clubs modestos destinados a brincar al ritmo de sus influencias y también para que sepan quién manda y lo mísera que es la competición doméstica. Escapar, en suma, de que cualquier día muestren sus vergüenzas ridiculizados por un Alcoyano de más o de menos.