El factor humano del VAR

El principal problema del VAR no es la tecnología, sino el hombre. Como casi siempre. Primero porque la normativa vigente confunde al público y al tele espectador. Empieza la liga y todas las manos que se produzcan dentro del área deben ser sancionadas con falta, si es en ataque, o penalti en caso de que el balón le rebote a un defensa, pero luego deja de aplicarse así y volvemos a la interpretación de la voluntariedad, de la intención o de los centímetros que el brazo esté separado del cuerpo. Después que si la acción prosigue sin que se detenga el juego y el árbitro del vídeo no debe intervenir tanto tiempo después, por no incidir en la regla del fuera de juego que se ha llevado al paroxismo de aplicar posición antirreglamentaria por una nariz o un dedo del pié, además de que el asistente no puede levantar la bandera hasta que haya terminado la jugada. ¿Por qué?.

Todo esto contribuye exclusivamente a generar una polémica inútil y verdaderamente perjudicial por las injusticias que acarrea. Aun así hay otro factor humano, el del colegiado situado frente a la pantalla. Si sobre el terreno de juego pita un árbitro malo y el del VAR todavía es peor, fracaso seguro. Y eso, ¡ojalá no haya polémicas, ocurrirá el sábado en Son Moix donde un partido de singular importancia ha recaído en el catalán Medié Jiménez, nada seguro en sus decisiones, a quien ayudará el peor de la categoría, el navarro Prieto Iglesias al que descendieron a Segunda y ha vuelto a reponer para paliar la retirada de Undiano Mallenco porque por su capacidad es imposible. La pasada jornada dirigió el Getafe-Betis con Gozález Fuertes, otro que tal, en la cabina del artilugio y fue un desastre mayúsculo.

Haría bien Rubiales en atender más a tales circunstancias, las que realmente interesan a los aficionados, que a ir buscando dinero por Arabía Saudí o donde quiera que se le pueda ocurrir.