¿El fútbol pasado fue mejor?

Cuando uno era niño y se empezaba a aficionar a esto del fútbol al que lo niños jugábamos con improvisadas pelotas de trapo y algo más tarde con espectaculares balones de plástico de textura no siempre regular o, los más privilegiados, un balón de cuero encordado y engrasado que protegía una cámara interior inchable.

El dibujo utilizado por todos los equipos era el de la clásica MW, es decir 2 defensas, 3 medios, 2 extremos, 2 interiores y un delantero centro. Coincidiendo con cada mundial se iba retrocediendo y lo que uno recuerda eran ya 3 defensas, 2 medios, dos interiores, 2 extremos y un delantero centro. Se parecía a un 3-4-3. De eso se pasó a un 4-2-4 que en la época de Cruyff se convirtió en un 4-3-3, del que surgió, siempre mirando para atrás, el 4-4-2. Eran los tiempos del «líbero» o defensa escoba que se situaba entre la zaga y el portero para barrer todo aquello que rebasaba la penúltima línea, fuera esférico o contrincante. Ahora se dan ciertas variantes que van desde el 4-1-4-1 al puro y duro 5-3-2 o el más extendido 4-2-3-1. En mi opinión el juego no ha mejorado más que en el aspecto y cuidado físico de los futbolistas.

Sería interesante abrir un debate entre técnicos y estudiosos para dilucidar cuál es la mejor disposición para ocupar el terreno de juego. Hay quien sostiene que depende las características de los jugadores en plantilla, aunque no faltan entrenadores que imponen sus propias reglas al respecto. Para comparar sería preciso enfrentar a dos equipos del mismo potencial con esquemas distintos, aunque todas las armas son buenas y útiles si se saben utilizar.

En aquellos tiempos, los árbitros vestían de negro con una camisa blanca abotonada y por dentro del pantalón, con una chaquetilla corta y solapas incluidas. Ahora salen con camiseta deportiva y de variopintos colores. Bien es verdad que, en este caso, el hábito no hace al monje.