Elecciones históricas

Días atrás hemos recordado episodios de confinamiento y enfermedades que salpicaron la historia del Real Mallorca cuyo centenario se celebró lamentablemente en las peores manos posibles,  Utz Claassen, dentro de un acto plagado de ausencias, irregularidades, olvidos y listas negras en el Teatro Principal de Palma. Lástima de oportunidad desperdiciada ya que ni el himno creado para la ocasión, más propio de funeral que de fiesta, ha resistido el paso de pocos meses. Puestos a elegir, la afición se ha quedado con el de Bonet de San Pedro, el de toda la vida, por encima de vanas actualizaciones sin contenido ni justificación.

Hablemos pues de elecciones, pues antes de que el CSD obligara a los clubs de fútbol y basquet profesionales a convertirse en sociedades anónimas deportivas, las hubo para nombrar presidentes y si bien la mayoría no llegaban a convocarse bien por sucesión directa o por candidatura única, recuerdo las más reñidas que tuvieron lugar a finales de 1969 y decididas el 7 de enero de 1970.

Tuvieron lugar a raíz de la dimisión de Pablo Servera tras una nefasta campaña que terminó con uno de los descensos a Segunda como penúltimos de la clasificación. Los candidatos fueron Guillermo Ginard, que había sido directivo y representaba el ala más populista anunciando siempre grandes fichajes e inversiones, y José Sánchez, un alto ejecutivo de la delegación de Iberia Lineas Aéreas sita en el Passeig del Born, que ofrecía un programa más realista y decidido a enderezar la grave situación económica del club que había cerrado el ejercicio con unas pérdidas cercanas a los tres millones de pesetas.

Una vez más el populismo ganó a la sensatez y los compromisarios, los socios asambleístas en definitiva, apoyaron los cantos de sirena del primero con 60 votos y dieron a la espalda a la sensatez con solo 19 papeletas a su favor. El final ya lo conocen porque se lo he contado. La economía rojilla cayó en picado, el vencedor de los comicios tuvo que dimitir antes de que finalizara la temporada siguiente y volvió como salvador seis años después para enterrar lo que ya había contribuido a matar, si se me permite la expresión.

Echo la vista hacia atrás para convencerme de que, en efecto, los tiempos no han cambiado sustancialmente. El hombre es el único animal que tropieza dos veces, o muchas más, en la misma piedra.