En aras de la prudencia

Por ilógico que nos parezca, es normal que los aficionados rebosen ilusión hasta el punto de sacar conclusiones rotundas después de apenas dos partidos de pretemporada. Los más optimistas valoran a sus ídolos, nunca mejor dicho, de tal forma que si les hiciéramos caso lo difícil sería que el Mallorca no disputara la Champions por derecho propio. Los pesimistas se ven como mínimo un año más en Segunda. Los extremos son malos en cualquier sentido.

La realidad es que si partimos de la pasada temporada, las aportaciones de Kubo y Cucho Hernández evitaron un descenso precipitado. Entraron tarde por causas diversas y no hubo tiempo para más, pero conviene no perder la perspectiva de lo que hubo y lo que hay.

La veraniega petición de Vicente Moreno para contar con cinco refuerzos que conocieran la primera división se quedó en agua de borrajas y aunque el equipo ha regresado a su lugar de procedencia, el currículum de cada uno de los mimbres de su cesto no ha cambiado sino que, al contrario, a algunos les pesa un año más. Ya se verá si el equipaje es suficiente para una travesía dura, larga y llena de accidentes (sanciones, lesiones, etc) o es mejor prepararse para sufrir de nuevo. Y todo lo que no sea subir, créanme, será sufrimiento.

Hay quien se autoimpone el plazo de treinta días para opinar con fundamento. Particularmente nunca me ha atrevido a hacerlo antes del primer tercio del calendario. Luis Aragonés necesitaba dos. Por eso, entre otras cosas, le llamaban «el sabio».