Envidia de afición, no de estadio

En serio: no sé para qué querría el Mallorca un estadio como el Reale Arena o el Nuevo San Mamés si no puede ni llenar Son Moix. No son esos recintos los que me dan envidia, sino la cantidad de espectadores que a ellos acuden. San Sebastián es una ciudad pequeña en comparación con Palma, no llega a los 200.000 habitantes por los más de 400.000 de Ciutat, solo Sa Roqueta alberga a más 900.000 almas por las apenas 700.000 de toda Gipuzkoa. Pero les voy a dar más datos, cuando en el Cami dels Reis se vanaglorian de haber dado de alta a unos 14.000 abonados, que por cierto nunca van todos, la Real cuenta con 35.000, mucho más de doble. Llegados a este punto, la verdad, no sé muy bien de qué estamos hablando y rozaba el ridículo exigir del Govern la autorización de máxima capacidad en plena pandemia.

Hace tiempo que advertí de la desnaturalización del club en manos de verdaderos y falsos magnates. Lo de Utz Claassen fue de traca y aunque desde el punto de vista de la seriedad económica no es comparable con Robert Sarver y sus socios, que cumplen a rajatabla con sus compromisos, tampoco han conseguido conectar con la afición mallorquina, ya de por si fría. Llenar la fuente de Ses Tortugues en caso de ascenso o si se gana algún título no indica absolutamente nada. Un somero repaso a la asistencia de espectadores en el resto de ciudades con clubs en primera división, asi como su número de socios, produciría sonrojo. A ver si de una vez por todas llamamos a las cosas por su nombre y nos dejamos de fantasías utópicas reñidas con el pasado, el presente y, seguramente, el futuro.