Fue un placer conocerte, Martín

Nada me jode más, con perdón de la expresión, que escribir necrológicas. Esta especialmente porque Martín Mora no fue para mi solamente un portero señalado en la historia del Mallorca, sino un amigo e incluso un compañero de fatigas. Si, las que compartíamos puntualmente todos los lunes a las ocho de la tarde con el equipo de fútbol «pachanguero» que montamos en ULTIMA HORA. Jugábamos contra equipos de otras empresas -Gesa, Buades, Baleares- y llegamos a hacerlo contra los veteranos del Mallorca. Aun recuerdo un viaje a Menorca y otro a Ibiza, donde nos enfrentamos al de Abel Matutes. Allí estábamos con Juan Giménez «Terry», Carlos Ferreira «Tupamaro», Juan Amador, Ricard Pla, Miquel Soler, Joaquín Molina, Juan Torres, y otros amigos inolvidables como Nan Espina, Bob Rubio, Mateo Palmer, Paco Albertí, Felio Morey y también sus hijos Martín y Carli. Javi y Borja, los más pequeños jugaban a la pelota detrás de la portería que ocupaba su padre quien, para sorpresa de nuestros adversarios dada su envergadura y su peso, no daban crédito a sus «palomitas».

No puedo añadir nada que su larga popularidad no haya desvelado en algún momento. Ni voy a referirme a su corta carrera como futbolista profesional en las filas del Mallorca, su equipo, del que siempre fue socio y accionista del Lluis Sitjar, como su padre. Solo contaré una anécdota que me contó en la radio en vísperas de un partido contra el Athletic. Iban ya en el autocar camino de San Mamés cuando él se dirigió al «mister», a la sazón Satur Grech, para pedirle instrucciones, «no nos ha dicho cómo podemos contrarestar al Bilbao». «No se preocupe usted de ellos, respondió el entrenador, son ellos quienes han de preocuparse de nosotros». Ganaron los «leones» por 3 a 0.

Hace unos dos años vi a Martín por última vez. Me dijo que su esposa, Maruja, lo había pasado muy mal. Había estado en el hospital en estado muy grave y él, aun apesadumbrado y ya algo encorvado y con bastón, narró cómo le había pedido a Dios que no se la llevara, que antes se cobrara su propia vida. Y Dios le ha escuchado.