Fuegos artificiales (0-0) en Son Moix

Mallorca y Villarreal, inoperantes en las áreas, firmaron un empate sin goles como certificado de la seguridad defensiva del primero en contraposición a la pájara ofensiva del segundo. Un punto que satisface las ambiciones del anfitrión y penaliza la cansina navegación de un submarino que dejó sus torpedos en la cámara y pudo pagar ocasionalmente su rumbo dispar y errático.

ALINEACIONES:

R.Mallorca.- Reina (1), Maffeo (1), Valjent (2), Oliván (2), J.Costa (1), Baba (2), S.Sevilla (1), Kubo (0), D.Rodriguez (1), Amath (1) y F.Niño (0).

Minuto 36, Sastre (1) por Maffeo, lesionado. Minuto 59, Lago Jr. (1) por Amath y Hoppe (1) por F.Niño. Minuto 90, Kang-in Lee (-) por Kubo y Battaglia (-) por Baba.

Villarreal C.F.- Rulli (1), Foyth (2), Albiol (1), Pau (1), Estupiñán (1), Capoue (1), Trigueros (1), M.Gómez (1), Coquelin (1), Danjuma (1) y Dia (0).

Minuto 55, Parejo (1) por Trigueros, Y.Pino (1) por Danjuma, Alcácer (0) por Dia y Moreno (1) por Coquelin. Minuto 72, R.Peña (0) por Estupiñán.

ARBITRO:

Del Cerro Grande (1), madrileño. Mal. Justificándose permanentemente ante los jugadores, intentando dar lecciones reglamento, con criterio desigual. Se tragó un claro agarrón sobre Alcácer al borde del área. Acertó al invalidad un gol de Hoppe por fuera de juego a los 82 minutos. Interrumpió el juego más que sus propios protagonistas. Amonestó a Sastre y Amath, del Mallorca y a Albiol, Yeremi Pino y Dia, del Villarreal.

9.168 espectadores

JUGAR PARA NO JUGAR

El combustible, no sé si nuclear o gaseoso, le duró al submarino de Unai Emery, algo menos de 25 minutos. Solamente en este período inicial su tripulación transmitió la sensación de querer ganar el partido, el mismo tiempo que el Mallorca de Luis García Plaza tardó en deshacerse de su complejo de inferioridad y la desconfianza infundida por las numerosas bajas registradas entre sus zagueros uno de los cuales, Maffeo, se sumó en media hora a la larga relación de compañeros que precisan cuidados de enfermería.

El repliegue local, a veces con los once futbolistas en su mitad de campo, fue atacado, aunque no exigido. La infantería avanzó por las bandas a la espalda de los laterales, con Estupiñán adelantado y Moi Gómez en banda derecha, perseguidos por Kubo y Amath más atentos al apoyo de sus defensas que a buscar el contragolpe. Pero la progresión amarilla por las bandas nunca encontró a su artillería en disposición de cumplir si objetivo al punto de que la última intervención complicada de Reina se produjo a los 29 minutos, después de sendos barullos cercanos en el primer cuarto de hora. De hecho fue Fer Niño quien gozó de la mejor oportunidad de marcar a los 23, pero el día se ve que no estaba para cazadores ni siquiera furtivos.

Cuando Luis García Plaza consiguió que sus hombres presionaran más arriba en lugar de descansar solo sobre Baba la función de aspirador en el centro del campo, cesaron los ataques visitantes. Eso si, sin que se produjeran los locales. Movió ficha el banquillo peninsular y, por minutos, pareció que Parejo encendía la luz y Moreno arrancaba el motor. Vana ilusión para felicidad bermellona, cuyos integrantes ralentizaban las maniobras enemigas, reiterativas e imprecisas. Cualquier acción que hubiera convertido las salvas en fuego real, habría sido inmerecida. No sé si injusta porque contra el vicio de no jugar siempre existe la virtud de no dejar que nadie lo haga.