Herencias de gestión

Nunca sabremos los motivos reales por los que fue cesado Maheta Molango como consejero delegado del Real Mallorca SAD. Cláusulas de confidencialidad aparte, de haberlas, no podemos decir que saliera ganador en ninguna de las gestiones llevadas cabo en el ejercicio de su cargo. Los dos descensos, uno a Segunda B y otro a Segunda, empañan considerablemente el ascenso desde los infiernos, conquistado por los hombres de Vicente Moreno con el presupuesto más alto de cuantos había entre los ochenta equipos de la categoría. El último, el del play off, quizás fuera más demérito de Pep Lluis Martí que del vencedor, habría mucho que hablar del bacalao. Eso en el plano deportivo, porque en el social y económico aquello fue un verdadero desastre.

La reciente ampliación de capital, ocho millones de euros, aprobada por los accionistas se suma a las anteriores forzadas por las pérdidas registradas desde su desembarco, hace ya cinco años. Han conseguido sacar al club del caos de móviles en marcha para filtrar contenidos de las reuniones del consejo, las veleidades de Utz Claassen o las traiciones de Gabriel Cerdá, pero siguen sin conectar lo más mínimo con la sociedad a la que representan por inversión y no por afecto. A las pruebas me remito. No logran alcanzar un acuerdo digno con los copropietarios del Lluis Sitjar y, según acaba de publicar ULTIMA HORA, el Consell Insular, que ya bastantes concesiones hizo en el pasado, acaba de denegar la construcción en Son Bibiloni de una residencia para futbolistas estudiantes en una resolución implacable que impide una irregularidad urbanística más en unas instalaciones «que ya superan con creces los parámetros urbanísticos aplicables». Sendos patinazos gestados por el antiguo CEO que el presidente Kohlberg tampoco ha enderezado.

En realidad no sé a qué vinieron aquí Robert Sarver y sus socios, pero tengo muy claro que en ningún caso trataron de estructurar un club deportivo con todas las letras. A lo sumo un equipo y con los altibajos que ha sufrido. Una pena arriesgar tantos millones para tan poco. O no. Vayan ustedes a saber. Nosotros, no. Y ellos, probablemente, menos.