La casa por el tejado

Creo que fue Johan Cruyff, no estoy seguro, quien dijo aquello de que el dinero ha de verse sobre el terreno de juego. Con toda sinceridad, no me va ni me viene si en Son Bibiloni hay un «players lounge» o una sala de ping pong, particularmente preferiría una buena biblioteca, aunque no creo que lo futbolistas más jóvenes, ni los veteranos, la utilizaran mucho. Pero no me impresiona ni me dice absolutamente nada que, en su permanente juego de engañabobos, Robert Sarver anuncie, según Diario de Mallorca, la construcción de una residencia de 20 plazas que no se sabe muy bien quién ocupará, que exigirá una dotación de servicios y recursos humanos con cargo a los presupuestos y que, sobre todo, se contradice con la errática política de cantera que ha impuesto Maheta Molango y de la que la reciente fuga de Montiel, ni la única ni la última, es un paradigma.
Me da lo mismo que, llegado el caso, el chalet suponga una inversión de quinientos u ochocientos mil euros. Quisiera verlos en fichajes para completar una plantilla capaz de dar el salto a primera división, un escenario mucho más apropiado y cómodo para acometer empresas de otro calado. Todas las cortinas de humo que se inventan en la planta noble de Son Moix o en las oficinas de la lejana Phoenix en el estado de Arizona, no han aportado nada en el ámbito deportivo del club, solitario y verdadero objeto social de la entidad. No se construyen las casas por el tejado, sino desde sus cimientos. Y nunca de espaldas a la afición. Eso, con perdón, no es implicación, solo postureo que, eso si, cada vez está más de moda.