La metáfora y su moraleja

No, no creo en eso de que solo falla goles quien remata o penaltis quien los tira. También encaja goles el portero que juega y comete errores no forzados el tenista que está en pista. Es más, me parece una soberana tontería. Y no, no me voy a meter en el charco de si Morata tiene que jugar o no en la Selección o si fulanito o zutanito son mejores o peores.

Mi experiencia como testigo de algunos entrenamientos de Luis Aragonés fue que cuando alguien fallaba lo que se llama un gol cantado, los gritos se escuchaban desde la vecina Bunyola y obligaba a repetir la jugada hasta que terminaba en gol no una vez, ni dos, sino decenas.

Mariano Tirapu, que fue portero del Mallorca, retaba a sus compañeros a tirarle desde fuera del área y desde el punto fatídico, a veces con apuestas intermedias. No dudaba en afirmar que para un lanzamiento desde los once metros no encierra mérito alguno, ya que siempre es un fallo de quien lanza.

Hace años en un partido televisado, jugaba el Atlético de Madrid en El Sardinero. Reina, el padre, ocupaba el portal colchonero y el asedio del Racing era constante. En plena tormenta o bombardeo, lo que prefieran, sobre la meta visitante un «nueve» local, Paco, creo que era menorquín, se quedó tan solo ante el guardameta que ya se cantaba al fin el gol de la victoria pero, jugarretas del destino, su disparo se fue al poste. El narrador clamaba invocando a la mala suerte del equipo potencialmente inferior, pero el malogrado José Luis García Traid, a la sazón comentarista del lance, calmó su ìmpetu y le explicó: «no es mala suerte porque si en lugar de rematar Paco lo hubiera hecho Pelé, el balón no habría ido al poste, sino dentro».

Escrita la metáfora, real, que cada cual saque su propia moraleja.