Las malas compañías

El Atlético Baleares volvió a perder su gran oportunidad. Tal vez pase tiempo antes de que se dé una nueva conjunción estelar que le permita competir en la misma categoría que el Mallorca. Bajo la dirección de Jerónimo Petro tuvo el relevo a su alcance, pero falló igual que, por diferentes razones, lo ha hecho ahora o lo hizo merced al impulso de Tolo Cursach. Todos han fallado en una misma cosa: nunca han tenido ni vana tener la masa social, mucha o poca, que tiene el club decano ni, por supuesto, su historial. Por la misma razón el Espanyol nunca será el Barça, ni el Levante el Valencia.
Uno ha de ser consciente de sus limitaciones y en Son Malferit, ya hablaremos del Estadio Balear, alguien les ha hecho creer que podrían ser lo que no son. Xisco Hernández lo ha podido decir más claro, pero no más alto. El presidente no tiene ni dea i al director deportivo le toman el pelo. El entorno, si. Esa palabreja que abarca todo y al mismo tiempo, nada. ¿Representantes?, si; ¿periodistas?, también y ¿abogados?, si. Hay de todo en la viña del señor. Lo raro es que un empresario como Ingo Volkmann no se haya olido la tostada. Solo les faltaba la «espantá» de Rubén Jurado. Las desgracias nunca vienen solas.