Las normas culpables

«Si alguien ve penalti en la mano señalada a Baba ante el Athletic en el área del Mallorca, es que nunca ha jugado a fútbol». Quien escribe esto no le daba al balón ni en el patio de su colegio. Pero el problema no es del ingénuo que no piensa lo que dice o escribe, sino la imposición de normas progresivamente complicadas que perjudican tanto a los colegiados obligados a aplicarlas como a los espectadores a los que es imposible entenderlas.

Ni el VAR tiene por qué parar todos los partidos cada vez que hay un gol, un penalti o un fuera de juego -por ejemplo es totalmente innecesario en el claro derribo de Yuri a Kubo dentro de la zona de castigo-, ni habría por qué esperar a que acabe una jugada por si hace falta el vídeo cuando se produce un fuera de juego clamoroso. Lo de las manos, bueno. Siempre he sido contrario de dejar que las faltas previstas en el reglamento queden a interpretación del director de la contienda. O son o no son y dejar que cada juez decida en décimas de segundo la voluntariedad de una infracción es exigir demasiado y abonar la sospecha permanente. Sin embargo también considero que el buen árbitro no es aquel que aplica las normas «manu militari», sino quien las interpreta correctamente. Dicha contradicción explica por qué soy partidario de simplificar las reglas.

Pero respecto al partido del viernes en Son Moix, creo que es más útil meditar sobre las causas por las que los de Vicente Moreno llevan 270 minutos sin marcar un gol y de los dos que adornan su casillero, uno fue anotado por un defensa contrario. O por qué pisando el área más veces que el Athlétic, Reina tuvo que intervenir mucho más que Unai Simón. Si acaso pensar que de 12 puntos solo se han sumado 4 y el 30 por ciento es porcentaje de colistas y que conformarse con una buena imagen equivale a alegrarse de los fracasos del vecino antes que exigir los propios. Dicho queda.