Lluis Sitjar en punto muerto

Todo indica que el 2018 terminará sin que el gobierno de Cort haya encontrado una salida al contencioso del Lluis Sitjar. El peregrinaje ha sido largo y nadie le ha puesto al gato un cascabel que no era tan difícil colgar. El último acto del divorcio entre el Mallorca y los copropietarios lo ha protagonizado Maheta Molango desde hace meses, pero no sería justo ignorar que quienes le precedieron tampoco lo hicieron mejor.

Es una injusticia sobre todo para aquellos que, guiados de su mallorquinismo y buena voluntad, hicieron donación de sus títulos. Ese tercio de acciones en poder de la SAD procede en gran parte de donaciones que, visto lo visto, tal vez no se hubieran regalado. Es más, casi nadie lo habría hecho de prever que el club  acabaría siendo de empresarios extranjeros.

Con el Mallorca a un lado y la Asociación en el otro, enemigos reconciliables o no, la pelota está en el tejado del Ajuntament y bajarla es tan sencillo como negociar con ambas partes a la vez y con una propuesta menos ofensiva que la cursada en el salón de actos del colegio San Francisco de Palma, porque la verdad es que tanto aquellos que conservan las acciones del viejo estadio, como quienes las cedieron, merecen un mejor trato y algo más de respeto. Cualquiera de ellos puede presumir de sentimiento y amor a estos colores, que el que, interesadamente, pregonan los inversores americanos y sus ejecutivos.