Ni tan bueno, ni tan malo. O si.

No sorprende aunque si resulta curioso que quienes concluyeron que el Mallorca causaba buenas sensaciones por cuatro partidos de pre temporada, las transformen en preocupantes al primer partido de liga. El término medio no figura en la escala de valores de la especie humana en general ni concretamente del periodismo deportivo al uso.

El grueso de la plantilla para la temporada recién iniciada no era tan bueno hace apenas un mes, ni ha empeorado en una sola semana. No estaría de más que entre el optimismo euforizante y el pesimismo deprimente se instalara una dosis, por pequeña que fuera, de realidad pausada, lo cual no impide la crítica puntual si, como es el caso, se justifica.

Ya dije antes de que se levantara el telón que Luis García Plaza tiene toda la razón del mundo al cuestionar la prolongación del mercado de futbolistas hasta las tres primeras o cuatro jornadas de liga. Una aberración como otras que, sin embargo, no explica la razón o sinrazón de un resultado o del juego del equipo. No podemos negar que en Son Bibiloni no haya profesionales distraídos o más centrados en los rumores que llegan sobre su futuro -que para ellos deben tener más fundamento- que en su verdadero cometido, pero esto incide en cualquiera de los vestuarios del resto de competidores. No merece la pena ni pensar en lo que sucede en Málaga, por citar un ejemplo extremo, como en Oviedo, Cartagena, Girona o Zaragoza, cada uno con sus peculiaridades. Es como recurrir al estado del terreno de juego, una excusa frecuente, como si ambos contendientes se enfrentaran en escenarios distintos.

Con excesiva facilidad se asocia la victoria al buen juego y la derrota al desastroso. No siempre es así. Como recordaba Luis Aragonés nos olvidamos siempre hay un contrario que puede hacerlo mejor. Por eso las lecturas a corto plazo suelen abonar la siembra del error, más allá de que cada cual pueda sospechar si el grano que ha usado es de mejor o peor calidad.