No queda ni el tato

A quienes les importa un bledo a quien pertenezca el Mallorca mientras pague los gastos y a aquellos que todavía creen en los mirlos blancos vengan de Ameríca, de China o de Somalia, les conviene caer en cuenta de que ya apenas quedan mallorquines entre Son Moix y Son Bibiloni. La Ciudad Deportiva en manos de un técnico catalán, igual que la secretaría técnica y también el juvenil División de Honor. En el consejo de administración no queda ni un solo nativo desde la dimisión de Monti Galmés y salvo algún empleado, la limpieza laboral iniciada por Maheta Molango al amparo del descenso a Segunda B que hizo poco o nada por evitar, lo único que recuerda los que fue la Institución es el escudo y Toni Tugores, Albert Salas aparte.
Y la frase no es mía, pero recuérdenla: al CEO le gustaría que no hubiera peñistas, periodistas y ni siquiera público. Lo malo es que el día menos pensado no habrá ni club.