Otra bala perdida

El Mallorca sufrió en Sevilla su décimo quinta derrota honrosa. La repetición del drama se fraguó una vez más en un penalti por mano de Pozo, inútil en el gol de la sentencia, y en la nula inspiración ofensiva de sus jugadores, solamente pendientes de frenar a los locales a quienes obstaculizaron su juego y permitieron pocas ocasiones, una tarea agotadora que, en el mejor de los casos, les habría aproximado a un empate pero, en ningún caso, a una victoria que a estas alturas ya no era necesaria, sino imprescindible.

ALINEACIONES:

Sevilla C.F.- Bono (1), Navas (2), Koundé (2) Diego Carlos (1), Reguilón (1), Banega (2), Jordan (1), Fernando (1), Ocampos (1), Munir (0) y Oliver (1).

Minuto 63, En Nesiry (2) por Oliver. Minuto 68, Suso (0) y Gudelj (1) por Munir y Jordan. Minuto 81, De Jong (-) y Franco Vázquez (-) por Banega y Ocampos.

R.Mallorca.- Reina (1), Pozo (0), Sedlar (1), Raillo (2), Gámez (1), Baba (1), Salva Sevilla (0), Dani Rodríguez (0), Kubo (0), Budimir (0) y Cucho (2).

Minuto 64, Lago Jr. (1) por Baba. Minuto 71, Trajkovsky (1) y Abdón (0) por Gámez y Cucho. Minuto 85, Señé (-) y Chavarría (-) por Salva Sevilla y Kubo.

ARBITRO:

Cordero Vega (1), de Cantabria. En un partido difícil por lo trabado, acertó en el penalti contra el Mallorca advertido por el VAR y no cayó en sendas acciones de Budimir y Oliver, una en cada área, que no merecían castigo. Mostró tarjetas amarillas a Bono, Jordan y En Nesiry, del Sevilla y a Budimir y Gámez, del Mallorca.

GOLES:

Minuto 39, Reguilón remata de cabeza en el segundo palo y el balón va a la mano levantada y abierta de Pozo. Penalti de VAR que transforma Ocampos engañando a Reina. 1-0

Minuto 83, Bono juega en largo desde su portería, En Nesiry le gana la posición a Pozo y eleva una vaselina sobre la salida de Reina. 2-0

COMENTARIO:

Cuando de 18 partidos fuera de casa solamente se ha ganado uno y se han empatado dos, no se pueden buscar justificaciones porque, sencillamente no las hay. Es la historia de siempre, el equipo compite, presiona arriba, defiende con orden y contiene el rival, pero aquí se acaba todo. No hay anfitrión que no haya sufrido el espíritu competitivo del equipo de Vicente Moreno, tanto como su falta de ambición ofensiva a la que, éramos pocos y parió la burra, hubo que sumar la noche aciaga de dos piezas fundamentales: Salva Sevilla y Take Kubo.

El guardameta sevillista solo tuvo que atajar dos remates en toda la noche. Un cabezazo del Cucho en la primera parte y un disparo lejano de Trajkovsky con el pescado vendido, fue todo el bagaje imputable a la artillería visitante, donde Budimir seguía desaparecido y el resto bastante tenía con cerrar espacios al toque dictado por Ever Banega que, esto también es cierto, tampoco lograba inquietar demasiado a Reina.

El juego solo apareció por rachas, la mayoría de ellas de un color especial, el que dicen que tiene la ciudad de la Giralda. Munir, improvisado delantero centro, nunca pudo con Sedlar y Raillo, aunque tanto Pozo, nervioso, y Gámez, se las veían y deseaban para tapar los lados por los que Navas y Reguilón producen gran parte del continente hispalense. Sin acabar nada o poco porque, en efecto, la actitud defensiva de los bermellones no dejaba de achicar agua. Pero, claro, si a la par te olvidas de navegar, al final la nave zozobra. Es bueno guardar la ropa, pero sin olvidarse de nadar. Y la noche bruja a orillas del Nervión escondió entre las brumas del Guadalquivir el recurso de Kubo, desconocido, y la armonía de Salva Sevilla, impreciso en medio de una batalla librada esencialmente en los setenta metros que separaban ambas áreas.

Oiremos que el Sevilla ganó sin hacer mucho. Es cierto. Esto precisamente es lo peor. Ningún consuelo.