Penyes y penes (catalán)

Habría mucho que hablar del bacalao, en este caso de las «penyes» mallorquinistas. Desde las 400 invitaciones por partido exigido por una de ellas cuyo destino nunca se supo, hasta históricas borracheras en actos conmemorativos o desplazamientos por el norte insular y peninsular, sin olvidar su rendición o alianza con el gran enterrador Utz Claassen. Mateu Alemany nunca quiso saber nada de ellas, federadas o sin, y parece que Maheta Molango tampoco aunque, sin duda, por razones diferentes.

Ante la evidencia del desarraigo sufrido por el mallorquinismo con pedigrí que nadie, salvo alguna excepción indeseable, quiera presidir la Federació que las agrupa constituye una prueba más que un síntoma. El CEO se ha esmerado en borrar todo vestigio de tradición que tuviera raíces en Son Moix, se tapa la nariz cada vez que huele a cualquier mallorquinista auténtico aunque sea a la legua. Ahora no quiere ni oir hablar de las organizaciones que han sido semillero de aficionados más o menos interesados, si, pero que contribuyeron en mayor o menor medida a la supervivencia del club en tiempos más difíciles que los actuales. Lo que desea es una asociación plegada a sus órdenes e intereses y, por supuesto, la va a encontrar pese al riesgo de abrir las puertas al caballo de Troya.

La verdad es que el asunto siempre me ha interesado más bien poco o nada, pero tiene su miga como demostración palpable de que la separación entre el club y la sociedad se hace cada vez más notoria.