Sueño aplazado

Lo malo de los sueños es que se conviertan en pesadillas. No es el caso del Atlético Baleares que ha perdido en buena lid contra el Racing de Santander, el coco de Segunda B, que ha encontrado muchas dificultades para lograr en Son Malferit lo que no pudo encaminar en El Sardinero. Ambos partidos han sido de copia y pega, lo mismo. Mucho choque, muchas faltas y poco juego. El equipo de Mandiola usa y abusa del factor campo en función de sus reducidas dimensiones, todo es muy previsible, con una defensa inamovible que no se anda con chiquitas y un juego directo, sin transición, de patada a seguir a la espera de un detalle que rompa a un visitante poco acostumbrado a este fútbol antiguo y pragmático. Al final Fullana se queda para tirar faltas y saques de esquina. Un desperdicio de calidad. Tampoco es eso.

Iván Ania, el técnico cántabro, lo sabía. No arriesgó más de lo necesario en casa y tampoco lo hizo en Palma. Salvo un remate de Canario al palo y el penalti que daba alas a los blanquiazules, su portero no tuvo demasiado trabajo ni pasó excesivos apuros. El otro guardameta, el alemán Karl, se lució en el primer tiempo en un despeje junto a la escuadra si bien, desde mi personal punto de vista, pudo hacer algo más en el gol encajado que decidía la eliminatoria. Estaba algo tapado tras un bosque de piernas, eso es cierto. Pero si analizamos al microscopio la doble confrontación tendremos que concluir que la ha resuelto quien buscó el gol un poco más, aunque fuera solo un poco, que su rival.

Lo bueno es que el suspenso no es definitivo. Hay repesca, como en los exámenes de septiembre adelantados a junio. La quimera, que no utopía, sigue viva. La fiesta después de 50 años no se ha anulado, solo se ha pospuesto.