Todo el mundo quieto

No solo el Mallorca está parado a la espera de cerrar el culebrón de Vicente Moreno. Quiero pensar que no es así y que desde dentro se trabaja con realismo y, por qué no decirlo, con señorío. Quiero creerlo, si. Quiero. Pero, claro, tengo mis dudas.

En realidad casi todos los clubs están en «stand by». Unos porque aun han de disputar la fase final de la Champions, otros porque han de afrontar el play off de ascenso, incluso los de Segunda B a la espera de cómo se come esto de los cinco grupos de veinte equipos. Y, sin excepciones, a ver quién es el guapo capaz de elaborar un presupuesto realista con la que está cayendo en la economía y con la inminente prohibición de exhibir publicidad de casas de apuestas en las camisetas o los estadios. Llegan las vacas flacas y lo saben hasta en las fábricas de leche pasteurizada.

Puede que las competiciones arranquen en septiembre, más en la segunda quincena que en la primera. Un calendario nuevamente apretado aunque algunos ilusos encima propongan campeonatos de 24 equipos. Las redes sociales, créanme, son un gran invento pero hacen mucho daño. Si a un tío capaz de irse sin mascarillas, cerveza en una mano y bengala en la otra, a celebrar el ascenso de un club a Segunda en plena calle le das una herramienta desde la que insultar, pervertir o lo que haga falta bajo el anonimato, ¿qué puedes esperar?.

El discurso impropio del presidente de una sociedad anónima, el del Atlético Baleares en Facebook, adquiere carácter de sermón en misa dominical, y en Son Moix lo único que se escucha es la campanilla del monaguillo a destiempo. Y nadie crítico ni descontento. Pues nada, ya vendrá la plaga. Vendrá. ¡Que siga la diversión!.