Una herencia muy pesada

Ignoro lo alargada que debe ser la sombra de Robert Sarver o sus socios Steve Nash y Andy Kohlberg, pero si tengo muy claro que la herencia de Maheta Molango es muy, pero que muy pesada. La sufre Pablo Ortells, que también se dejó convencer por los americanos exactamente igual que le pasó a Vicente Moreno y, de rebote, Luis García Plaza, a quien su antiguo amigo en Villarreal ofreció la única oportunidad de regresar a España.

Ahora no hay quien se deshaga de los grandes fichajes del consejero delegado cesante y el director deportivo bolivariano, alguno con contrato para cinco años como Alex Alegría, cuya trayectoria solamente era desconocida en las oficinas de Son Moix. Se ha ido Pablo Valcarce, está a punto de hacerlo Zlatanovic, otro que tal, y dicen Moyita será el siguiente tras la confirmación del pase de Buenacasa, la gran esperanza del innombrable, al Hércules. A Enzo Lombardo y Antonio Sánchez se los encontró, si, pero a ver quién es el guapo que se come a los Chavarría, Trajkovsky, el menos malo, Salibur, como se han tenido que quedar Russo y Alex López procedentes de un equipo a punto de descender y otro descendido. Una nómina de 14 futbolistas, si han leído bien, cuya única esperanza de redención se centra en que Stoichkov y Antonio Sánchez repitan sus temporadas en el Alcorcón y el Mirandés respectivamente, ninguno de los cuales es precisamente el Ajax de Michels o el Milan de Sacchi.

Luego podemos elucubrar cuanto queramos sobre los efectos psicológicos de un descenso o las quejas del entrenador porque tiene muchos jugadores de media punta y ninguno en banda. Debió de haber preguntado antes de salir de Arabia, una liga de enrome y singular potencia tal y como sospechamos. A su equipo le faltó fe después de encajar el gol, mal endémico y nada nuevo, el problema es descubrir qué tuvo antes de encajarlo porque me temo que la respuesta es: nada.