Y van tres

Hubo un tiempo en que el Mallorca también llegó a contratar a cuatro entrenadores en una sola temporada. Sin éxito. El Zaragoza va por el tercero. En mi opinión cuando el Ebro baja tan caudaloso será por alguna razón, sin que medie culpa del barquero. Allá cada cual, pero estas fórmulas suelen salir mal y si confían la solución a Fernando Vázquez, como se rumorea, no le arriendo las ganancias al histórico inquilino de La Romareda.

Fue en la temporada 1974-75, iniciada bajo la presidencia del Barón de Vidal y con César Rodriguez de entrenador. El «Divino Calvo» le llamaban. Había jugado en el Barça con el mismísimo Kubala, y después en el Zaragoza y el Elche. Repitió como técnico en alguno de aquellos equipos, pero el campeonato empezó mal y mientras el presidente «embarcaba» al constructor Antonio Seguí dejando el club casi en ruinas y sin entrenador, aquel buen hombre en cuyo despacho de la Plaza del Olivar los futbolistas compartían cola con los obreros para cobrar la paga semanal, optó por encargar la tarea al entrenador del filial, Hugo Villamide, uno de los héroes del ascenso como futbolista, que había venido del Espanyol y en aquellos momentos entrenaba al Santa Catalina. Demasiado buena persona para aquel vestuario. Arrojó la toalla y llegó de Ibiza Manuel de la Torre, un verdadero apasionado que logró algunos buenos resultados pero fue denunciado por el Colegio de Entrenadores ya que había dirigido a otro equipo en la misma temporada y, mal aconsejado, Seguí acabó entregando los trastos a un tal Alfredo Vera, que no hizo más que rubricar el descenso del equipo a ¡Tercera!, 16 años después de abandonarla.

No sé quien dijo que con la reconversión de los clubs en sociedades anónimas deportivas, se acabarían los bailes de entrenadores. ¡Qué va!. Siempre tiene que haber una cabeza que cortar antes que la de quien o quienes han provocado el terremoto.