Las cláusulas del miedo

Mañana hablaremos de Osasuna, vale. Hoy, ya metidos en pleno mercado de invierno, no perdamos la ocasión de recordar otra de las aberraciones permitidas en las transferencias de jugadores cedidos entre clubs. Es la llamada cláusula del miedo, teóricamente antirreglamentaria pero en plena vigencia metida en los contratos de cesión al uso. Hecha la ley, hecha la trampa y todos mirando para otro lado.

Con mucha razón la FIFA observa con preocupación y muchas ganas de intervenir, el trasiego de futbolistas que se traen los clubs. Algunos, sobre todo los controlado por fondos de inversión, acumulan fichas para ceder a tente y bonete. Otros se encargan de formar a las hipotéticas promesas no siempre convertidas en realidad y si sale bien, lo aprovecha el propietario. Casi como en un mercado de esclavos.

Si este mercadeo ya es de por si grave, peor es que el cedente impida al cedido enfrentársele en competición. Es miedo, si, pero también cobardía y pánico ante la posibilidad de hacer el ridículo si el profesional al que no has querido te la mete doblada y sin doblar. De ahi que haya quien a la hora de deshacerse de una carga o un estorbo que le pueda venir bien a otro, se incline por pactar con un club de diferente categoría o incluso de una liga extranjera. Y ahi no hay trampa, pero si cartón; y de piedra.