Segundas partes nunca fueron buenas

El refranero popular es verdaderamente sabio porque nace de experiencias que otros han vivido, lecciones que, en lugar de ser aprovechadas, caen en el más profundo de los desprecios. No es que a nadie le importe lo que diga su vecino, es que directamente el vecino no le interesa a nadie.

Es posible que alguien exhiba muchas pruebas de todo lo contrario, en el mundo del fútbol concretamente, pero uno, ingénuo y algo mayor, acaba de revisar los datos de dos historias paralelas de plena actualidad y alguna algo más lejana. «Segundas partes nunca fueron buenas», reza el modismo al que no han respetado en Vitoria ni en Lugo con nefastas consecuencias para ambos.

El Alavés vivía del recuerdo que dejó Abelardo sin considerar que su plantilla no es la misma que antaño, ni problemas de vestuario con los que ahora tendrá que lidiar otro. Mala noticia y peor resultado puesto que desde el despido de Machín el equipo babazorro ha ganado un solo partido de once disputados, con dos empates y ocho derrotas. Dos meses de competición en los que sólo ha sumado cinco de treinta y tres puntos posibles. El cesado los dejó con dieciocho. Nada que añadir.

El Mallorca, aun recuerdo la segunda etapa de un mito como Héctor Cúper, recibe el domingo la visita del Lugo. Habían fichado a Nafti para revertir el mal comienzo de temporada de Juan Fran, que la pasada temporada les redimió del descenso, y aunque la reacción inicial había remitido, ha recurrido a Luis Cesar Sampedro, otro añorado técnico en el banquillo del Anxo Carro. Ahorremos detalles: seis partidos y solo tres puntos de los dieciocho en liza.

No es fácil cambiar de entrenador aunque a veces sea más necesario que útil. Hacerlo para retomar éxitos pretéritos con plantillas de presente dudoso y poca previsión de futuro no es ninguna de las dos cosas. ¡Allá ellos!.