Casi adulto y ya campeón

Cuando quiero entender algo de motociclismo hablo con Emilio, Pérez de Rozas por supuesto. Por eso hace dos semanas le pregunté por Izan Guevara, el jovencísimo mallorquín que acaba de ganar su primer mundial, el último de Moto 3 ya que la próxima temporada cabalgará su máquina infernal con mayor potencia, en Moto 2. «Es muy bueno», me dijo mi amigo. En cuanto a carácter, añadió, «tiene cositas en común con Jorge Lorenzo». No es mala referencia como piloto y por lo demás no es fácil sentirse número uno mundial con solo 18 años.

Su madre, también recuerdo a la de Jorge, ha dicho que al niño «el fútbol le hacía llorar». A nosotros, señora, también. De malo. Y porque en su medida evolución hacía el negocio se ha dejado valores por el camino: humildad, sentimiento, salud, compañerismo, solidaridad, modestia en la victoria y autocrítica en la derrota. Y siempre, siempre, capacidad de recuperación psicológica y moral. «Solo los deportistas se levantan», exclamaba el croata Sergio Kresic, entrenador que pasó, entre otros equipos españoles, por el Mallorca.

El peque, Izan digo, ha hecho una cosa que me ha llamado la atención: salir a ganar pese a que le bastaba ser segundo para retener el liderato, arriesgar sin necesidad, una señal inequívoca de su personalidad. Un punto o diez, o cien o mil a su favor. Ganar, ganar y volver a ganar. Seguro que les suena.

La sociedad balear es generalmente insolidaria, poco comunicativa e invidualista, por eso no debe extrañarnos que dé tantos buenos deportistas, Rafa, Guevara, Jorge en disciplinas solitarias y tan pocos éxitos en deportes colectivos, de equipo. Y tenemos un nuevo campeón que sueña con medirse pronto junto a Marc Márquez. Tendré que preguntarle a Emilio.