Entre lo correcto y lo justo

Si rectificar es de sabios, no hacerlo, como contraposición, debería ser de idiotas. Luis Rubiales quiere dar marcha atrás en su fallida fórmula para decidir los ascensos desde Segunda B (Primera RFEF) a Segunda, tras comprobar que la vergüenza de disputarlos a partido único y en casa de uno de los aspirantes no solo ha demostrado la injusticia, sino que ha coronado el ridículo. Ahora, tras el fracaso del Deportivo “Abanca” a pies del Albacete, se replantea regresar a la doble eliminatoria sin dejar de excusar en la pandemia la partidaria medida adoptada.

Javier Tebas, otro que tal baila, debería velar con mayor espero por la honestidad de los campeonatos profesionales de su competencia. Si devolver la categoría de plata a su tamaño lógico, veinte equipos, aboliendo la chapuza promovida por el Gobierno de Felipe González para no perder votos en Vigo y Sevilla supondría pagar de una vez por todas una deuda pendiente, reformular los ascensos a Primera evitaría la desfachatez de premiar al sexto clasificado, el quinto o el cuarto, por encima del tercero en discordia, conquistar cuya plaza le ha costado la friolera de 42 partidos, no cuatro ni dos.

El triunfo del Girona en Tenerife fue merecido, pues jugó mejor, pero su ascenso no porque fue notoriamente peor durante toda la temporada. Bajan tres directamente, oues que suban otros tantos del mismo modo. De lo contrario y por la misma regla de tres, el antepenúltimo de la División de Honor, tendría que disputar un play-off de descenso con los clasificados en décimo séptimo, décimo sexto y décimo quinto puesto respectivamente.

Esta es la diferencia entre lo justo y lo correcto, que no siempre coinciden.