No más empates

Pregúntenle al Rayo Vallecano si el Almería se jugaba algo o no. Una cosa es creer que el Cádiz no va a ganar los cuatro partidos de liga que quedan y otra muy diferente pensar que Las Palmas o el colista van a venir a Son Moix de paseo.

Avisábamos, con escaso éxito a la vista de los resultados, que la semana en que el Mallorca visitaba al Sevilla y el Nuevo Mirandilla era crucial. Falló como lo ha hecho durante toda temporada. La final de Copa, vale, ha sido la excepción que confirma la regla, pero nadie, desde los dueños a los jugadores pasando por los ejecutivos y técnicos, puede sacar pecho, porque seis victorias en 34 jornadas no lo permiten.

Con 12 puntos por disputar y una sombra amarilla a seis, ya no bastan empates a la hora de prevenir riesgos pese a que los dos conjuntos en litigio han batido el record. Llegar a la última jornada con deberes por hacer representa uno de los grandes peligros. Ahora lo fundamental es ganar, al menos, los dos partidos de casa. Debe bastar. Pero la imagen ofrecida el pasado sábado ante el Atlético de Madrid genera más inquietud que confianza, sobre todo porque desde que arrancó el campeonato en agosto del 2023 no hemos hablado más que de sensaciones, nunca de juego, y estas dejaron demasiadas dudas en todos los sentidos este reciente fin de semana.

El domingo por la noche en el programa «4-4-2» me preguntaban si el Mallorca se tiene que plantear crecer como equipo a partir de la próxima temporada. Habría que preguntárselo a José Tirado, el director general o el que manda en el Palma Futsal, doble campeón de Europa. ¿Tenía que crecer tras el fallecimiento de su creador Miguel Jaume?. «The answer my friend, is blowing in the wind», escribió Bob Dylan. La respuesta flota sobre el viento.