No son hechos, son datos

Por odiosas que sean las comparaciones y para que sepamos de qué hablaba en mi blog de ayer, la Real Sociedad se basa en un accionariado en el que nadie puede ser propietario de más de un 2%, en una ciudad de menos de la mitad de habitantes que Palma y una provincia cuya población la integran unos doscientos mil menos que la isla de Mallorca. En Anoeta, actualmente Reale Arena por su patrocinio con una compañía de seguros, no «visit Donosti», caben casi 40.000 espectadores,  acuden una media de más de 25.000 y cuenta con casi 38.000 abonados.

Por no hablar de los casos extremos del Atlético de Madrid, que tuvo más abonados en Segunda que en Primera, el Villarreal, en cuyo estadio se da cita medio pueblo, o el singular ejemplo del Real Betis, que excede todos los cánones, detengámonos en el ejemplo de Osasuna, un equipo clasificado en la zona del máximo representante balear. Pamplona reúne unos 200.000 habitantes frente a los 450.000 de la capital balear y toda Navarra anda por los 650.000 por el 1.000.000, arriba o abajo, de vecinos residentes en el cuadrado mallorquín. Pues bien, en El Sadar, de capacidad semejante a Son Moix, entran cada jornada 18.000 espectadores, registro récord si vienen a Palma el Real Madrid o el Barça y la campaña de abonos se cierra en torno a los 20.000.

No, no se lo tomen como una crítica, sino como el reflejo de una realidad histórica. Unos datos a considerar cuando, cargados de buena fe, quisiéramos ver al Mallorqueta instalado en cotas más altas del fútbol español. Y si, también lo reconozco, una coartada para los americanos que decidieron invertir en esta sociedad anónima deportiva quizás sin investigar lo suficiente o interpretar sus números de otra forma. O si.