Un poco de por favor

No apreciamos el poder del silencio, sin duda uno de los indispensables elementos del lenguaje, ni el de la paciencia como contraposición a la prisa que nos invade. No es que la vida sea larga, setenta años pasan muy rápido y hay quien ni los cumple, pero impera la obsesión por llegar antes a todo. Aunque esta premura afecta a casi todo, lo digo porque antes de disputarse la cuarta jornada de liga en Primera o la tercera en la antigua Segunda B, son más aquellos que aventuran análisis en clave de futurología que quienes contemplan prudentemente tanto los resultados como los acontecimientos.

Del Mallorca podemos intuir que el espíritu con que afronta los partidos obligará a sus adversarios a igualar o superar su generoso esfuerzo, sacrificio y solidaridad, pero sin entrar en cuestiones técnica o físicamente cualitativas y mucho menos comparativas. Cada jornada es, por ahora, objeto de estudio, pero solo la suma de otras ocho nos aproximaría a una lectura aceptable. Un fallo como el de Valjent en San Mamés constituye la excepción a su rendimiento, ni el escaso poder realizador del equipo encaja con los numerosos recursos ofensivos de los que se ha dotado la plantilla. Esperemos.

En el otro lado de la calle, ni la abultada victoria sobre el Albacete, ni el aburrido empate sin goles con el filial del Villarreal, permiten toques de diana ni retreta en el Estadio Balear. El propio apellido del entrenador, Calm, aconseja la idem. No se sube en septiembre, ni se fracasa a las primeras de cambio. Pero si, la enorme cantidad de «técnicos» y «seleccionadores» acomodados en las gradas de este y otros recintos, proclaman desde campeones de la Champions hasta candidatos a títulos y descensos.

Un poco de sensatez, por favor. Ni las tormentas ni los cielos despejados necesitan reclamo, llegan por si mismas y a veces hasta los meteorólogos se equivocan.