El undécimo mosquetero

El cine español de los años 50 abordó el fenómeno del fútbol en una película titulada «Once pares de botas» que, si no recuerdo mal, protagonizaba entre otros Alfredo Di Stéfano, el jugador del Real Madrid. A alguien se le debería ocurrir resumir en «Once Roland Garros»  la leyenda construida por Rafa Nadal en territorio no siempre amigo.

La nómina de tenistas profesionales que alumbra la ATP en la actualidad hace muy difícil pensar que ese tremendo récord tenga parangón en el futuro. Tal vez nunca surja alguien como Roger Federer ni tampoco nadie que iguale la gesta que el de Manacor ha escrito, pulso a pulso, bola a bola, sobre el gran teatro parisino.

La historia se inicia cuando nuestro héroe cumplía 22 años y todavía no se ha interrumpido. Ahora no es momento de entrar en detalles o poner en cuestión las circunstancias de sus victorias. Ni siquiera un horizonte lejano permite abarcar la dimensión de lo que esto representa.

El «story board» de estos dos largos lustros no contempla más que una realidad deportiva, un control físico y mental, ajeno a consideraciones que no vendrían al caso. Más allá de toda consideración, Rafa se ha erigido por derecho propio en el undécimo mosquetero y eso no lo habría imaginado ni Alejandro Dumas.