Que cada palo aguante su vela

Siento ser tan contundente y desagradable, pero que el Mallorca deje de ingresar 12 millones de la televisión en caso de que se suspenda definitivamente la liga es la menor de nuestras preocupaciones. No porque con la que está cayendo entre el coronavirus, los presuntos negocios del rey emérito, la lentitud del Gobierno en las medidas contra el Covid 19, la parte de las restricciones que muchos no entienden y las compras compulsivas, ya tenemos bastantes quebraderos de cabeza, sino por otra serie de razones que, por si mismas, explican lo mucho que el club se ha separado de la sociedad mallorquina desde el desembarco de los accionistas americanos.

Creo haber dicho en alguna ocasión que el fútbol debe ser el único negocio en el que el cliente no merece ni respeto ni consideración, su único derecho es pagar. Robert «Salver» y sus socios impusieron desde el primer día una ley del silencio en torno a las actividades del club. No se han facilitado los temas a tratar en sus consejos de administración, mucho menos sus resoluciones, ni se han justificado medidas impopulares como el cierre parcial de tribunas, sus caprichosas aperturas, el cambio de la «u» televisiva, la implantación de un córner vip o una mini grada tras el fondo sur. En definitiva se han aplicado, eso si con todo el derecho, a la poca transparencia propia de empresas privadas que, en efecto, esto es lo que son los clubs de fútbol salvo el Real Madrid, el Barça, el Athletic y el Osasuna. Con una salvedad, todos comparten la misma clientela y venden algo tan intangible como los sentimientos.

Aun así, nada de esto es lo más grave, sino haber conferido todo el mando a un directivo, Maheta Molango, cuya destitución tampoco se ha clarificado a día de hoy, bajo cuyo gobierno se entró en conflicto con soportes básicos y tradicionales de la SAD. Falta de entendimiento con los copropietarios del Lluis Sitjar, creación e incentivos para agrupaciones paralelas a la Federació de Penyes o la Asociación de Veteranos, secuestro de información a medios de comunicación para reservarla a los canales propios del club evitando toda crítica o acceso a una opinión pública imparcial y desinteresada.

No deseamos ni por asomo que el Mallorca sufra pérdidas económicas al margen de las deportivas que la central de Arizona ha podido permitir, pero los mallorquinistas se bastan para gestionar sus afectos intransferibles sin que venga nadie a administrarlos en su propio beneficio. Aves de paso que el tiempo devolverá a sus nidos.