Más leones que dimonis

Decir la sede de la final de la Copa del Rey sin tener en cuenta qué equipos la van a disputar es una muestra más del desprecio a las aficiones, sean cuales sean. Pero exactamente igual que ocurre con el invento del play off árabe de la Supercopa, la Federación Española de Fútbol ama más al dinero que al deporte que tutela, por decirlo de alguna manera.

La dificultad del desplazamiento a Sevilla para los seguidores del Athletic y el Mallorca resulta tan evidente como desigual. La insularidad pesa, desde la capital del Botxo no hace falta saltar ningún charco, pero el Mediterráneo encarece sensiblemente y entorpece el viaje de los mallorquines para apoyar a su club. Ya no digamos a la hora de llegar a Riad dentro de aproximadamente diez meses. Por otra parte designar la capital andaluza en una fecha intermedia entre la Semana Santa y en vísperas de la Feria de Abril no se le ocurre ni al más torpe de los ejecutivos, funcionarios o colaboradores que pululan por Las Rozas.

Sin embargo los datos de población contrastados con los de asistencia a  sus respectivos estadios inducen a otra reflexión. El censo de Bilbo se sitúa en 342.484 habitantes frente a los 430.460 de Palma. El de toda Bizkaya es de 1.156.541 y el de Mallorca 1.197.261. A partir de aquí entramos en las comparaciones odiosas: socios del Athletic, 43.000 por los 20.000 abonados mallorquinistas. Entrada media en San Mamés 43.550 espectadores con capacidad de 52.000 que se cubre varias veces al año. Asistencia en Son Moix, 15.000 la pasada campaña con capacidad de 23.000 y socios, parece que unos 20.000 en la actual.

La previsión lógica apunta a que el recinto de La Cartuja acogerá como mínimo al triple de seguidores con boina que «dimonis». Otra cosa será quiénes hagan más ruido. Otro día ya volveremos a los datos en contraposición a los de otras ciudades. No sea que los americanos se enteren, aunque tampoco les vendría mal mover el culo para remover a una afición que no perderá su silla, pero si su bolsillo.