Fútbol incongruente

Si, hasta el día de San Juan, 24 de junio, han tenido que jugar los equipos que aspiran a militar la próxima temporada en segunda división. El colofón al despropósito inventado por Luis Rubiales al frente de la Federación Española de Fútbol. La Segunda B siempre fue una ruina, económicamente hablando, y por mucho que le hayan cambiado el nombre y reducido sus participantes a 40 en lugar de los ochenta de antes, la Primera Federación es tan ruinosa o más que su predecesora, entre otras cosas porque los desplazamientos son más caros y su prometida venta por derechos de televisión ha constituido el sonoro fracaso que era de esperar.

Sea cual sea el que atesore, a nadie le gusta perder dinero y si tomamos como muestra el botón del Atlético Baleares, sus responsables, Volkmann y Messow, ya han advertido que el presupuesto para la campaña que viene va a ser inferior al precedente. No entremos ahora en las causas de los repetidos fracasos blanquiazules en relación a sus objetivos, lo que ya hemos analizado en blogs anteriores, sino en las complicadas fórmulas rebuscadas para que el dinero ausente en las cajas de los clubs, no deje de afluir en las arcas de la Federación.

El fútbol modesto, es un decir a la vista de algunos de los contratos que se firman, no está para 2 grupos de 20 equipos (40 en total), 5 de Segunda Federación (100) y 18 de Tercera (306). Muchos de ellos, filiales de clubs de élite que deberían ser vetados por pura lógica. Digamos que el Andratx, sin ofender, no puede competir con las promesas del Real Madrid, el Barça, el Atlético, el Villarreal, etc, etc. al margen de la manipulación que representa su presencia en play offs de ascenso o descenso. En todo caso, los equipos «B» de ciertos clubs deberían tener una categoría específica para ellos.

Podemos entender que, perdida casi por completo, salvo calendario y arbitrajes, su influencia en el fútbol profesional, la institución federativa necesite justificar su actividad. Tal y como se estructuran hoy los deportes, no solo carecen de sentido las federaciones deportivas en general tal como se conciben aún hoy día y mucho menos sus delegaciones regionales, cuya dependencia de la central resulta incoherente con el propio estado de autonomías. Tampoco entraremos en eso. Al fin y al cabo todo es cuestión de tiempo, como lo ha sido el presupuesto del Atlético Baleares.