Lewandosky y poco más (0-1 en Son Moix)

El Mallorca no tuvo el balón, pero si las mejores ocasiones. El Barça retuvo la pelota para generar una sola oportunidad que Lewandosky, cómo no, convirtió para certificar una victoria sin brillo. No hicieron mucho los de Xavi para ganar, solo lo justo, lo suficiente para sumar tres puntos de los que, probablemente, el anfitrión mereció uno. Pero la historia se escribe con lo que pasó y no con lo que pudo pasar.

ALINEACIONES:

R.Mallorca.- Rajkovic (1), Maffeo (2), Valjent (1), Raillo (2), Copete (1), Jaume Costa (1), Baba (1), Galarreta (1), A.Sánchez (2), Kang-in Lee (2) y Muriqi (1).

Minuto 66, D.Rodríguez (0) por A. Sánchez. Minuto 76, Cufré (1) por Jaume Costa, lesionado. Minuto 84, Lago Jr. (-) por Galarreta.

F.C. Barcelona.- Ter Stegen (1), Balde (1), Piqué (1), Christensen (1), J.Alba (1), Busquets (1), Kessie (0), Gavi (1), Dembele (1), Lewandoski (2) y Ansu Fati (1).

Minuto 66, Pedri (0) por Ansu Fati y Raphiña (0) por Kessie. Minuto 79, Ferrán (-) por Dembele y Sergi Roberto (-) por Jordi Alba.

ARBITRO:

Gil Manzano (2), de Extremadura. Pitó con seguridad y pocos errores. Muy rigurosa una tarjeta amarilla a Jaume Costa que mostró más para compensar dos consecutivas mostradas minutos antes a Christensen y Piqué. Además las vieron Kessie y Busquets. Señaló once faltas a favor del Mallorca y diez en contra. Expulsó al segundo entrenador del Barça, Oscar Hernández.

GOL:

Minuto 20, Valjent sale a un balón que domina Ansu Fati en pugna con Maffeo, el visitante filtra el balón sobre Lewandoski a la espalda del central y el polaco le rompe amagando un quiebro por la izquierda, lo ejecuta por le diestra y remata rason y cruzado al palo largo donde no llega Rajkovic. 0-1

¡ZARPAZO!

A los grandes les basta con poco. El gato que se comió al ratón, agazapado pero respondón, lucía guantes en vez de garras, sin embargo le bastó un arañazo letal para tumbar al pequeño roedor.

Y no, el Barça no jugó al «tiki taka», ni a ritmo de samba y mucho menos de bossa nova, sino como mucho al son de un tango lento y cansino en busca de tender una trampa en le que el Mallorca casi nunca cayó.

Ni siquiera el gol del polaco provocó un cambio de planes en la cabeza de Javier Aguirre, ni en la de sus jugadores. Pero toda muralla tiene su punto débil y la del mejicano dos. Uno es el hueco que se genera demasiadas veces entre un lateral, Maffeo, y un central, Martin Valjent. Por allí se fabricó el único tanto de la noche y precisamente por este lado se forjaron los escasos ataques visitantes, poseedores del cuero en zonas inocuas, pero sin crear espacios por donde romper el entramado de la retaguardia local. Lo intentó por ambos lados sin éxito, ni Dembele ni Ansu Fati superaron un solo mano a mano frente a sus marcadores y tocar y tocar para hacer salir a los de rojo hacia zonas de mayor riesgo, una tarea inútil. El otro es que sus guerreros, la intensidad no se discute ni se negocia, creen en lo que hacen, pero no en si mismos. De no ser así otro gallo hubiera cantado en los vicegoles de Antonio Sánchez, Jaume Costa o Kang-in Lee, pero su espíritu ofensivo depende tanto de una sola figura, Muriqi, que si el kosovar no interviene se produce una especie de vacío psicológico o mental.

El Barça se movió empujado por la ventaja adquirida que dejó a los locales muy tocados durante breves minutos. No aprovechó este viento a favor y escogió nadar y guardar la ropa, tal vez algo impropio de un equipo evidentemente superior. El Mallorca agitó las aguas, sobre todo en el último cuarto de hora, con más corazón que precisión. Una vez más se quedó con mejores sensaciones, pero su rival con la victoria.