Puente sobre aguas turbulentas
La vorágine del último tercio de la liga no debería ocultar revelaciones como las publicadas por EL MUNDO la pasada semana en relación a los altos gastos generados por empleados del Mallorca directamente ajenos a la plantilla y aplicables a los ocupantes de la planta noble de Son Moix. Según lo que reflejan las cuentas depositadas en el Registro Mercantil, ciertos epígrafes se disparaban muy por encima de lo que se podía esperar de un club cuyos responsables clamaban por su bajo límite salarial y sus restricciones presupuestarias. Una parte de la afición y ciertos medios interesados o ciegos, tragaban al tender un silencioso puente sobre aguas turbulentas.
Dicha noticia, que no exigía más esfuerzo que el de acudir a revisar datos públicos, explicaría en parte la decisión de la Propiedad a la hora de tomar recientes medidas que a nadie se le escapan y se venían a sumar a despedidas mudas tan de moda en las ruedas de prensa sin preguntas, réplicas y comunicados que se convocan o emiten hoy día ante la sumisión periodística al uso.
La incógnita que se mantiene en el aire o al menos una de muchas, es el trasiego de agentes y representantes que se ha producido estos últimos años en el multiusos del Cami dels Reis. Daniel García Lara, ex jugador del Mallorca y ex agente de Febas, puso el dedo en la llaga en la que no quisieron hurgar ni Sastre ni su oficina, entre otros casos menos llamativos. Pero si se han quedado cuestiones pendientes de respuesta, no es menos cierto que la duda ensombrece el paisaje. ¿Desde cuándo y hastá qué punto conocían Robert «Salver», Andy Kohlberg y compañía determinadas prácticas y números?. Sírvanse una ración de conclusiones al gusto.