Más que mercado, mercadillo

No hay un euro y menos que va a haber. La economía de los clubs de fútbol ha vuelto a tocar fondo, ahora con el coronavirus de por medio, y no es la primera vez. La diferencia es que ni las televisiones, a las que ya les basta con lo suyo, le pueden salvar.

El mercado veraniego de fichajes, que finaliza en pleno otoño, representa proyecta fielmente la situación. Ni los grandes se han rascado el bolsillo y los modestos no tienen donde rascar. Cesiones a la orden del día y contratos de perfil medio o medio bajo para tirar con lo puesto.

El Mallorca no es la excepción. Los americanos tampoco han sido amigos de grandes dispendios más allá de su inversión inicial y las ampliaciones de capital que han tenido que afrontar y han apostado por el futuro del argentino Cufré como un esfuerzo extra pese a la insistencia del entrenador en que le trajeran extremos y un «nueve». O se queda Budimir o habrá que improvisar porque el senegalés Amath, de quien se dice está a punto de caramelo, ex otro extremo, un cromo repetido para competir con Lago Jr., Mboula y Murilo, que deslumbró en Tenerife y se ha apagado literalmente en la plantilla del Getafe, en parte víctima de una grave lesión cuya influencia se desconoce.

Fichar en Segunda no es tan fácil. Quienes han jugado en Primera no quieren regresar aunque hayan participado en el descenso. El sevillista Pozo, que jugó en Palma la pasada temporada, ha admitido una nueva cesión, esta vez al Eibar. El Madrid se queja de que Kubo no tiene apenas minutos en Villarreal y aquí era interestelar. Maheta Molango dijo «business is business», Boskov lo tenía más claro: «fútbol es fútbol».