Los árboles y el bosque
Que los árboles de Boiro no impidan ver el bosque del Betis. Pasada la purga de la Copa, conviene estar en lo que hay que estar. Hasta el siguiente trago.
El desplazamiento a Sevilla no admite relajación. El barrio de Heliópolis, cuna del beticismo y sede del Benito Villamarín, bulle con el Betis de Pellegrini y de Isco. Luego llega a Palma el Cádiz. Dos citas que, afirman las malas lenguas, marcarán el destino de Javier Aguirre. Navidades en Palma o en México.
Los directores deportivos y el del Mallorca, Pablo Ortells, lo es de fútbol, es decir de todo, desde el primer equipo al alevín, ni dimiten ni les cesan. La bronca nunca va con ellos. La mesa del despacho actúa como una muralla infranqueable. O el acceso, más fácil, a la Propiedad.
Uno se la juega, el otro no. Sea de quien sea la culpa. No adelantemos acontecimientos. La liga, al contrario que la Copa, no está para bromas. No para el Mallorca. Claro que, hasta la fecha, tampoco está para bastantes de los jugadores intocables. O eso creen.
Maffeo ha vuelto, Raillo quizás y Sergi Darder no se sabe. Acordarse de los ausentes es consustancial al ejercicio de la afición personal de cada espectador. Que su permanencia en la enfermería sea la causante cierta de los desmanes expuestos ya es harina de otro costal.
En unas horas saldremos de dudas pero un eventual balance de una victoria en doce o trece partidos no hay entrenador que lo resista. La secretaría técnica, si.