Menos lobos y lobeznos

El presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, ha reunido a más de sesenta clubs de esos que llaman de la categoría de bronce, o sea Segunda B, para explicarles el funcionamiento de la recién nacida Primera División RFEF, un simple cambio de nombre para «posturear» lo que no dejará de ser lo que ya es, la tercera competición del fútbol español se llame como se llame.

Alguien me dijo en cierta ocasión, hace pocos años, que el futuro del fútbol en estas Islas era el Atlético Baleares. Una afirmación muy atrevida porque salvo casos de mucha igualdad como los del Betis y el Sevilla o el Real Madrid y el Atlético, se imponen realidades sociales muy enraizadas. El Espanyol nunca pasaré por encima del Barça, ni el Levante del Valencia, por citar solo dos ejemplos de clubs de la misma ciudad.

Al margen de ello, los blanquiazules perdieron su gran oportunidad a finales de los 70, cuando se emparejaron con el Mallorca e incluso con el Constancia y el Poblense, de la mano de Jerónimo Petro y en pleno hundimiento mallorquinista. Pero aquello pasó y las aguas han vuelto a su cauce y por lo que se ve, parece que por mucho tiempo.

Un empresario alemán, Ingo Volkmann, se puso al frente de la nave que pretendía reverdecer aquellos laureles. Heredó la fiebre de baja temperatura desatada por la irrupción del empresario Cursach y su sucesor o satélite, Fernando Crespí. Si medimos el éxito de la misión en base a los objetivos marcados, el ascenso a Segunda, no se puede hablar más que de fracaso. Si, se ha remodelado parcialmente el Estadio Balear, limitado a las máximas expectativas vigentes y con una más que discutible subvención municipal, pero la gestión deportiva ha sido nefasta. Pérdida de mallorquinidad (Fullana, Xisco, Vallori, López Lacal, etc), plantillas nuevas de una temporada a otra, tropecientos entrenadores y , al hilo de los tiempos que corremos, muchas promesas de un futuro brillante que, a día de hoy, parece lejano. Porque, no nos engeñemos, el equipo que salió para luchar por el ascenso lo está haciendo para mantenerse por mucho que Rubiales le haya cambiado el nombre por el rimbombante «Primera RFEF», para «posturear» con el fútbol modesto que alimenta sus votos. ¡Menos lobos!.