Polvo de estrellas

Ya les he explicado otras veces el motivo por el que los grandes se ven más y mejor protegidos que los modestos. He usado el ejemplo paradigmático del Real Madrid y el Barça porque son quienes más ingresos generan tanto en publicidad como en derechos audiovisuales, una cosa va unida a la otra. Un descenso en sus resultados, clasificaciones y rivalidad en el llamado «clásico», sería desastroso para la economía del fútbol español tanto como de cara a su promoción y proyección internacionales.

Alexander Ceferin, presidente de la UEFA, pudo decirlo más alto, pero no más claro: «Sería una catástrofe que Italia no pasara», en referencia a la fase previa de la Eurocopa que se viene disputando. Y se ha armado la marimorena por un posible penalti reclamado por Ucrania y no señalado por un árbitro español, Gil Manzano, con un compatriota en el VAR, Martínez Munuera, que decidió no intervenir. De haberse pitado y transformado, el mal augurio se hubiera consumado porque la Squadra Azzurra hubiera sido apeada con las consecuencias previstas por el preboste en cuestión.

En la FIFA las estrellas cuentan. La presencia de Brasil, Argentina, Alemania, Italia, Uruguay, Inglaterra, Francia y, a la cola, España, garantiza ingresos que, evidentemente no generan las selecciones de Moldavia y Jamaica, por ejemplo, o incluso participantes de menor rango, pongamos como Grecia, Portugal, Suiza, Perú, Chile, etc.

El montaje a nivel continental o mundial no es muy diferente al de la Liga española. Aquí está montada para los de siempre y en el resto del mundo, también. Mantener el tinglado con lo que cuestan los contratos de los futbolistas, el cuidado de las instalaciones, cada vez más galácticas, su evolución tecnológica, ciudades deportivas y otros gastos digamos armónicos, variaciones de velocidad-frecuencia de los sonidos, exige ideas aunque sea a costa de sobrecargar el calendario e inventar competiciones de las que las polémicas arbitrales constituyen un agente publicitario tan barato como insustituible.