A vueltas con el VAR
El VAR es, como la democracia, el menos malo de los sistemas. Bromas aparte, ya hemos explicado en otras ocasiones que al ser manejado por seres humanos, otros árbitros en este caso, está sujeto al error. No es infalible.
Es cierto que las normas en vigor, cada vez más complicadas, no ayudan nada. Los que están detrás de la pantalla lo tienen más fácil que sus compañeros a pié de campo, pero en su contra o a su favor, vayan ustedes a saber, debería pesar el hecho de que no se ven influidos por el ambiente, ni por los jugadores o técnicos desde el banquillo. Entonces ¿por qué jugadas que parecen claras e incluso iguales o, como mínimo, similares se fallan de distinta manera?. Quizás porque quienes reproducen las jugadas no tendrían que ser los mismos que al cabo de siete días o quince, vuelven a pitar desde abajo a los equipos sobre los que han decidido y la repercusión de cualquier acción dudosa se agiganta y se vuelve en su contra sobre todo si sanciona contra equipos grandes o influyentes. Aquí, en Europa y en Pernambuco, si.
Fíjense que hasta los responsables de resolver las dudas, descargan sobre el colegiado la decisión final. Pasan del es fuera de juego o penalti al «míralo tu y a ver qué te parece». Nos seguimos moviendo a golpe de opinión más que de certeza. Puede que crear un cuerpo de árbitros de VAR al margen de los que pitan abajo arreglara parte del problema, aunque no todo, pero si ayudaría la propuesta lanzada por la Federación Española de Fútbol para que las cámaras de televisión que ofrecen los partidos, tuvieran acceso a la sala del vídeo arbitraje y los aficionados pudieran seguir sus decisiones y deliberaciones. Amén.