Con lo justo (0-1 en Son Moix)

Un zapatazo de Tchouameny desde larga distancia, que rozó a Morlanes e impidió la reacción de Rajkovic, proporcionó al Real Madrid la victoria que buscó sin brillantez sobre un Mallorca al servicio del empate. En el primer tiempo sin pisar apenas terreno enemigo y en la segunda cuando, ya muy tarde, se vió por detrás en el marcador. Lunin frustró con una gran intervención el gol que se cantaba en un cañonazo de Sergi Darder y Muriqi, en la última jugada, remató fuera tras ganar el balón en una solitaria pugna con el meta merengue. Pero Vinicius en dos ocasiones y Brahim antes de su sustitución habrían podido sentenciar de no mediar los pies de Nastasic y el portero local.

ALINEACIONES:

R.Mallorca.- Rajkovic (2), Maffeo (1), Gio (2), Raillo (2), Nastasic (1), Lato (1), Samu (2), Morlanes (1), A.Sánchez (1), Dani Rodríguez (1), y Muriqi (0).

Triple cambio en el minuto 58: Abdón (0) por A. Sánchez, Mascarell (1) por Samu y Sergi Darder (2) por Morlanes. En el 77, Radonjic (-) por Maffeo y en 86, Larin (-) por Dani Rodríguez.

R.Madrid.- Lunin (2), L.Vázquez (1), Rudiger (1), Nacho (1), Mendy (1), Tchouameny (2), Modric (2), Valverde (0), Bellingham (1), Brahim (2) y Joselu (0).

A los 62 minutos, Vinicius (1) por Brahim y Kamavinga (1) por Bellingham. A los 85, Carvajal (-) por Modric y a los 89, Militao (-) por L. Vázquez.

ARBITRO:

Sánchez Martínez (2), de Murcia. Apenas algún pequeño error en pocas acciones dudosas en las que se inclinó a favor del grande. Mostró tarjetas amarillas a Raillo y Muriqi, esta por protestar y a Lunin por pérdida de tiempo.

GOL:

Minuto 47, Tchouameny controla en línea de tres cuartos de campo, suelta un disparo con la pierna derecha que rasca la pierna de Morlanes y sale a la escuadra izquierda de Rajkovic como un obús. 0-1

23. 244 espectadores

PRUEBA NO SUPERADA

Ni el Mallorca ni su entrenador creyeron en ningún momento que podían ganarle al Real Madrid. Bueno, a medio Madrid, seamos sinceros. Y si uno no alcanza la meta para la que se ha preparado, se queda sin más argumento que el de haber dado la cara, un gesto que algunas veces te rompen sin oportunidad de ofrecer la otra mejilla. Tuvieron los de Ancelotti una migaja de fortuna en el gol del triunfo, pero si nos ponemos a enumerar datos, un tiro de Bellingham al travesaño, dos balones rechazados por Rajkovic con la punta de los pies, un tercero por Nastasic superado el guardameta y una llegada de Vinicius hasta el poste que se paseó a centímetros de la línea entre ambos palos sin encontrar rematador ni defensa, son argumentos estadísticos suficientes como contrapartida a un cabezazo de Raillo atajado por Lunin y un zurriagazo de Darder que provocó la mejor intervención, la única, del cancerbero visitante.

Ya escribí semanas atrás, que Aguirre había inventado con Muriqi la figura del delantero-defensa. El kosovar lo tiene tan asumido que trabaja más en presionar a los zagueros o bajar a zona de nadie, que en la que debería ser su verdadera labor. Lejos del área no es un portento de técnica, se lía con el balón y ni siquiera, agotado por su esfuerzo no correspondido, es capaz de sostener la pelota a la espera de ayudas ofensivas. Sin este recurso, su equipo pierde sus escasas opciones de contragolpe, de sorprender a su contrincante, ni de pensar en batirle. Lato puso el ejemplo cuando transcurría una hora de juego al aprovechar un lanzamiento largo de Rajkovic y con todo el campo a su disposición, corrió en paralelo hacia la linea de fondo para centrar a nadie, en lugar de enfilar la diagonal hacia la portería.

El paso por el vestuario en el ecuador de la contienda, volvió a pasar factura exactamente igual que en la final de hace una semana. Si en los tres cuartos de hora previos habíamos constatado la firmeza defensiva de un anfitrión amurallado, los primeros quince minutos de la reanudación fueron otra vez un calvario. De nuevo unos cambios tardíos evitaron un rubor probablemente injusto pero no por ello menos merecido. Y es que los de Aguirre mueven el cuero hacia atrás incluso cuando pretenden atacar. La salida de Darder dio otro orden en el centro del campo, la de Radonjic, inadaptado, más opciones de chispa, pero la suerte ya estaba más agotada que la resistencia de Samu, Dani Rodríguez, Antonio Sánchez o «el Pirata». Y el Madrid, créanme, no se molestó ni en pedir la hora a pesar de exigua ventaja.