Cruce de caminos

Desde su debut en el banquillo del Tenerife a partir del segundo tercio de la liga 2015-16, he pensado que Pep Lluis Martí acabaría entrenando algún día al Mallorca. Una premonición más que un sueño. Si acaso mi anhelo, quizás quimera, es que la propiedad del club sea nativa. El destino, siempre caprichoso, ha puesto ahora al joven técnico palmesano en la encrucijada de enderezar el rumbo del Deportivo en su carrera hacia primera división, el mismo objetivo que el de los bermellones quienes visitarán Riazor en la antepenúltima jornada. El morbo está servido.

El antiguo capitán mallorquinista ya sabe lo que es disputar un «play off». Su equipo quedó en cuarta posición en la fase regular de la liga y perdió contra el Getafe por un gol. Llegó a tierra chicharrera le temporada anterior con los del Heliodoro en zona de descenso y terminó el décimo tercero. De nada le valió tras la mejor de sus clasificaciones porque, tras haber vendido el club a sus mejores activos, fue despedido en el mes de febrero del 2018 cuando era décimo cuarto en la vigésimo quinta cita de aquel calendario.

En la situación actual el reto es muy diferente. La sombra de la torre de Hércules se proyecta al otro lado de la playa de Orzán y la afición coruñesa es exigente pero, al mismo tiempo, su fichaje representa una oportunidad en toda regla para meterse en esa rueda de entrenadores que no dejan de permanecer en el punto de mira de muchos equipos. Lástima que la fiesta no pueda ser compartida desde Finisterre a Formentor.