De Segunda B para abajo, todos calvos

Volvamos a la actualidad. Podría seguir contando algunas aventuras más, pero las dejaremos para otros días porque hoy me he acordado del Labi Champions a quien yo llamo «el conseguidor». Si necesitáis algo de Ibiza, desde una hamaca en la playa a un apartamento para el verano cuando no los hay disponibles, el «Labi» os lo encontrará. Y con el Ibiza y la Penya en el Grupo I de Segunda B, además, del Atlético Baleares, pensar en este hombre de tanto corazón como envergadura me ha llevado a olvidarme de los millones que se juega el fútbol profesional, y Jaume Roures, con el parón en curso y preguntarme por las penurias de los más modestos.

Ahí quien la pinta es Rubiales, o sea la Federación Española. Tebas, por suerte, no tiene vela en este entierro y, créanme, en no pocos clubs de bronce para abajo se empieza a cantar algún responso. Ingo Volkman se apresuró a aplicar un ERTE en el Estadio Balear, una decisión incoherente con la reciente contratación de un «crack» de la jardinería como Benito Mateo. Amadeo Salvo aun no ha dicho ni pío, o yo no me he enterado, pero aunque los presupuestos en general son los que son, quien no pueda disponer de patrimonio personal para afrontar los compromisos adquiridos lo va a pasar muy mal.

Los escenarios que se dibujan para poder finalizar las competiciones no son nada halagüeños y en el caso de los cuatro grupos de Segunda B, Tercera y Regional hay que contar con la disputa de los «play off» para añadir a los diez partidos aun pendientes. Inglaterra cerró ya todos los campeonatos no profesionales tal y como estaban, pero no sé si esta es la solución más equitativa. Ni siquiera se vislumbran qué medidas extraordinarias serían de aplicación en circunstancias tan extraordinarias como las que vivimos y, sobre todo, no hablamos de futbolistas que pueden permitirse el lujo de renunciar a un setenta por ciento de sus sueldos, sino de jugadores que cobran lo justo para mantener a sus familias. Excepciones aparte, que no dudo que haya alguna.