El partido empieza arriba
Descienda o no, del Atlético Baleares hablaremos la próxima semana. No vayamos a calificar el examen antes del último ejercicio, aunque el suspenso no se lo quita nadie.
Sigamos con el Mallorca, que ya ha hecho sus deberes con un aprobado alto, sin llegar al notable. Ni tan bueno como para soñar con la Conference, utopías oníricas de contadores de cuentos, ni tan malo como demostró en el «Power Horse» de Almería.
Esta semana Javier Aguirre ha trasladado su deseo de que el club dé un «salto de calidad», en referencia al equipo o la plantilla naturalmente. Ha expresado lo que todos pensamos y hemos reiterado desde el aterrizaje de los americanos en aquel Son Moix cuyo césped desagradaba a Robert Sarver que, sin embargo, nunca ha hablado de los jugadores. Andy Kohlberg, ahora que se ha ido el jardinero que mejoró el tapiz, tampoco.
Ese reto en boca del entrenador, pasa por una inversión directamente proporcional al proyecto. La portería está bien cubierta, en la línea defensiva no hay más de cuatro futbolistas de Primera, tres en el centro del campo, y uno en la delantera. Y si, el mérito del técnico es haber conservado la categoría con un vestuario dominado por buenos jugadores de segunda división, pero muy justitos para la exigencia que plantea la Liga Santander. Eso sin contar inminentes traspasos porque, de haberlos, sus recambios han de ser del mismo nivel o superior.
Dicen que el «Vasco» pidió cinco titulares. Como mínimo, añadimos nosotros. Y no piensen en la cantera. El Mallorca B ha descendido a Tercera con algunos de los chicos que van de viaje para ver cómo juegan sus compañeros. Pero todo depende, una vez más, de lo que quieran los dueños al margen de especulaciones financieras, si un conjunto para no descender en la última jornada, la gran meta trazada por el director de fútbol Pablo Ortells a principio de temporada, o una escuadra competitiva con algún recurso más que meterse los once bajo los postes de su propia portería.