Esto no es fútbol, es otra cosa

El fútbol sin público para quien lo quiera. Tampoco es nada que preocupe a los directivos de los clubs, sus asociaciones patronales y los dirigentes internacionales. Hace tiempo que los aficionados importan poco, al menos en el campo profesional. Solo interesa el dinero que dejan los operadores de televisión y las productoras. La venta de abonos cada temporada deja menos beneficios y el taquillaje casi nada. El deporte que hemos conocido y nos ha entusiasmado ya pisa otro terreno. Nada será igual.

Particularmente las gradas vacías del Signal Iduna Park donde se enfrentaban el Borussia Dortmund y el Shalke 04 me parecían antiguas estaciones de tren vacías en tiempo de guerra, deprimentes. Ver a los futbolistas calentar con las mascarillas puestas me produjo las mismas arcadas que los campos de concentración. Los banquillos olían a resignación y el juego ni bueno ni malo, sencillamente insulso.

El vídeo no logró matar la estrella de la radio, al contrario de la profecía aventurada en la canción de The Buggles, un grupo de laboratorio, igual que el virus en curso. La televisión tampoco va a sustituir al fútbol de verdad, al que se vive a ras de hierba y se expande a las tribunas y más allá. Ayer, en Alemania, surgió un espectáculo, por llamarlo de alguna manera, distinto y prescindible desde el sofá de casa. Esto ya no es lo que era, pero es lo que hay. ¡Que se lo coman ellos!. «Si no hay Casera nos vamos» y si no hay espectadores, también.