Fútbol de aquí en manos de allí

No se puede afirmar que el desembarco de empresarios o fondos extranjeros en el fútbol español haya aportado ningún tipo de mejoría, al menos en cuanto a resultados deportivos;  los económicos, ya veremos.

El capital de cinco clubs de primera división se reparte entre Singapur, Arizona, China y los Paises Arabes, el resto obra en manos de españoles, cuatro de los cuales son «entidades sin ánimo de lucro», excepción hecha la del Barça que, palanca tras palanca ya no se sabe de quién es hoy aunque se sospecha de quién será mañana. Girona y Mallorca mantienen su estabilidad social y una cierta progresión en el terreno de juego más evidente en los catalanes en el comienzo del presente campeonato de liga. El Granada acaba de ascender tras un año en el infierno, al que se asoma hace tiempo el Almería y el Valencia no pasa de capear a duras penas el fuerte temporal sobre el que navega.

El panorama empeora en Segunda. Oviedo y Sporting, ambos regidos desde fondos mexicanos, rivalizan también en sus respectivos despachos y con poco éxito. A la vista están los descensos mal digeridos del Espanyol, el Valladolid y el Elche, guiados por capital chino, brasileño y argentino respectivamente. Leganés y Zaragoza pugnan por resurgir de sus cenizas, ya requemadas en el caso de los aragoneses, con el modesto Albacete que se mantiene a flote y el no menos Alcorcón que acaba de volver a categoría profesional.

Si bajamos a Primera y Segunda Federación y usamos como muestra la del Atlético Baleares o el Málaga, el balance de las experiencias de extranjeros resulta negativo a todas luces, aun contemplando las excepciones. Hay quien sostiene que si al fútbol se le priva de su raíz e identidad locales, firma su sentencia de muerte. Tal vez tengan razón. O no.